miércoles, 2 de abril de 2008

El libro que pude haber publicado cuando yo tenia 18 de edad

Así como Silvia Pinal tenía (¿tiene?) su programa “Mujer, Casos de la Vida Real”, yo tengo una historia que podría entrar en un programa que se llamaría “Ingeniero, Descalabros de la Vida Real”.
Yo, José Luis Gómez Muñoz, pude haber publicado un libro sobre como curar virus computacionales cuando yo tenía 18 años (no se rían, es en serio, si me pasó).
Y como yo No lo hice, alguien más sí lo hizo, y durante muchos años ese libro, con otro autor, se vendió en todas las tiendas Sanborns de México.
En aquellos tiempos, cuando las PCs tenían 512 Kilobytes de memoria RAM, algunas PCs No tenían disco duro (sí, las computadoras podían funcionar sin disco duro, aunque usted, no lo crea), no existía nada parecido al internet (al menos para el ser humano común y corriente) y los dinosaurios aún reinaban en esta Tierra (me refiero a los del PRI), en aquellos lejanos tiempos el disco duro de mi computadora personal se infectó con un virus.
Yo tenía 18 años. Sabía que el virus estaba en el disco duro y que se transmitía a través de los discos, así que era imposible “enfermar” a una computadora que No tuviera disco duro. En cuanto apagaras una computadora de las que No tenían disco duro, y la volvieras a prender con un disco “flexible” (extraíble) sano, el virus desaparecía. Las computadoras de mi escuela, el Tec Campus Estado de México, No tenían disco duro. Por eso yo tenía la seguridad de que, si apaga completamente las computadoras después de trabajar con ellas, entonces yo No iba a propagar el virus y por lo tanto yo No perjudicaría a nadie. Con esa seguridad, utilice como “laboratorio” las computadoras del Tec, específicamente las del CCI. Compré muchos discos, y trayendo un disco infectado por la computadora de mi casa, me dediqué a infectarlos a propósito. Utilicé todas las herramientas a mi alcance para detectar donde se alojaba el virus, que cambios producía en el disco, que le pasaba la RAM mientras la computadora estaba prendida y propagando el virus, etcétera. Varios días de trabajo (yo creo que por eso reprobé Dibujo Técnico, por estar jugando al “Luis Pasteur Computacional” en lugar de hacer mis tareas) y logré todo un procedimiento para averiguar si un disco estaba infectado, si la memoria Ram estaba infectada y propagando el virus, así como un procedimiento para curar la infección, todo “a mano”, sin tener que usar las vacunas antivirus, que apenas comenzaban a aparecer en el mercado.
Algunos días después, un maestro (o quizás alumno de maestría, realmente no lo sé) cuyo nombre nunca le pregunté, estaba trabajando en el CCI junto a mí, y quería saber si la computadora en la que estaba trabajando tenía virus, si su trabajo estaba en peligro (las “vacunas computacionales” todavía eran muy raras, acuérdense, mis alumnitos, que estoy hablando de la época de las cavernas). En ese momento sufrí de un ataque de la enfermedad que siempre me ha aquejado, la “explicativitis compulsiva”, la cual consiste en la necesidad obsesiva de explicarle lo que he aprendido a todo el que se deje. Así que inmediatamente me le fui encima, y antes de que supiera que le estaba pasando, este profesor (¿alumno de maestría?) ya estaba recibiendo una clase completa sobre cómo evitar, detectar y curar virus computacionales en las PCs. Mi método, ya perfeccionado en ese momento, hacía uso de un paquete computacional muy común en aquellos días, llamado “PCTools” (¿O era el “PCTools Deluxe”?)
Pasó el tiempo, y algunos años después, ojeando los libros y revistas de Sanborns, me encontré con un pequeño libro de unas 80 páginas, a la venta entre la entonces creciente sección de libros y revistas de cómputo. En ese libro estaba descrito un procedimiento muy similar al mío para evitar, detectar y curar virus de “Boot Sector” (como esos virus computacionales prehistóricos “de la pelotita” y el de Brian, “Welcome to the Dungeon…”) y utilizaba como herramienta principal el “PCTools” (¿O era el “PCTools Deluxe”?).
El autor del libro agradecía en las primeras páginas el curso sobre seguridad computacional que a su vez le impartió un profesor de la UNAM, del cual había tomado muchos elementos para realizar el libro.
Honestamente nunca supe si ese “profesor de la UNAM” descubrió en forma independiente este procedimiento (lo cual es posible y muy probable, porque “PCTools Deluxe” era un software muy conocido y muy usado entre los geeks de las computadoras, bueno, de los ábacos de aquellos días), o si por el contrario, fue ese “profesor de la UNAM” el mismo quien recibió, en contra de su voluntad, toda una explicación sobre virus dictada por un alocado, despeinado y desfajado estudiante de ingeniería; o quizás mi explicación fue de boca en boca hasta que alguien tuvo la buena idea de convertirla en un libro. Realmente No sé cómo fue, pero ese no es el punto, ni tampoco es la moraleja.
El punto es que YO PUDE HABER ESCRITO ESE LIBRO CUANDO YO TENÍA 18 AÑOS, UN LIBRO QUE SE VENDÍA EN LOS SANBORNS (lo vi al menos en varios Sanborns del DF y de Monterrey en diferentes ocasiones. Ya no está, las computadoras y los virus de la actualidad ya No tienen nada que ver con los de aquellos primitivos días).
Pasó el tiempo, mi enfermedad “explicativitis” triunfo sobre mí, y el alocado, despeinado y desfajado estudiante de ingeniería se convirtió en un alocado, despeinado y desfajado maestro de Matemáticas. Algo he aprendido, ya que soy coautor de algunos libros, tengo certificaciones internacionales y me pagan, tanto en el Tec como en Global Computing, por hacer lo que más amo en la vida “explicar explicar explicar explicar explicar…”, permítanme contar hasta diez en lo que se me baja el ataque.
Ya recuperado, déjenme decirles que ahora me encuentro rodeado de brillantes estudiantes de ingeniería de 18 a 25 años (no todos son alocados, y varios se peinan y se visten muy bien), veo sus proyectos, sus ideas, y me doy cuenta del gran valor que tienen muchos de esas ideas y realizaciones. Valor en varios sentidos de la palabra: valor económico, valor académico, valor moral, etc.
Y me doy cuenta de que podría ser muy interesante que esos brillantes alumnos sí lograran escribir un libro (cosa que no hice porque a los 18 años ni siquiera se me ocurrió que mis conocimientos fueran suficientes para hacer un libro, mucho menos que alguien estuviera dispuesto a pagar por ellos), que sí escriban un libro a los 18 años, o que sí pongan una empresa basada en el conocimiento a los 18 años, o que sí logren irse a CalTech o al MIT o a Cornell o la NASA. O a donde quieran.
Y por eso es que intento salir de mi hermetismo, abandonar mis ropas de monje ermitaño, e interactuar con las personas en otro lugar además del salón de clase. Es por eso que apoyo la formación del grupo MaTECmática, a pesar de tengo pánico de ser un líder. Yo sigo siendo el mismo chico tímido que siempre fui, sólo que ya me puse panzón y canoso.
Y por eso les pido, mis alumnitos de 18 a 25 años, que inviertan una parte importante de su tiempo en MaTECmática, incluidas las labores que se que a muchos de ustedes No les gustan. No es sorprendente que en una asociación de interesados en la computadoras y la ciencia, lo último que les interese sea la “política” y la “administración”, algunos de ustedes (como yo) incluso le tienen fobia. Créanme, el esfuerzo vale la pena, tenemos contactos increíbles: el Dr. Ulises Cervantes en Wolfram Research, el Ing. Amadeo Betancourt en Bett Construcciones, el Ing. Hector Vadillo en Global Research. Hay eventos importantísimos en puerta, como el evento “CienciaJoven” que esta vez se celebrará en nuestro Campus. Y con mis canas y mi panza, yo veo claramente que muchos de sus trabajos se pueden llegar a convertir en becas para doctorado en el extranjero, en microempresas creadas por ustedes, en libros, etc.
¡Así que no vayan a faltar este viernes a las tres de la tarde en Ciencias Básicas a las elecciones de MaTECmática!
José Luis

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